PLASENCIA Y LA BASURA
José R. Delfín
Es cierto que una ciudad que así misma se denomina como Excelente y que, además, aspira a ser considerada como Ciudad Patrimonio de la Humanidad, debe presentar un aspecto pulcro, tanto en sus calles como en sus monumentos. Pero también es cierto que para que una ciudad se muestre pulcra los habitantes de la misma deben ser pulcros y cuidar que su ciudad aparezca bella y limpia para propios y extraños. No podemos pretender que nuestra alcaldesa ponga detrás de cada ciudadano a un policía municipal, ni tan siquiera al lado de cada uno de los contenedores que se utilizan -o se deben utilizar- para almacenar las bolsas de basuras que en ellos se depositan. Entre otras razones, además del alto costo que ello supondría para las arcas municipales, porque ello significaría estar viviendo bajo un constante control policial, cosa que en un Estado democrático está fuera de lugar. Les recuerdo que fuimos críticos con la decisión que el Ayuntamiento tomó en su día referente a que “alguien avisara” con una pitada cuando alguna persona depositara una bolsa de basura en un contenedor fuera de las horas fijadas para ello. A la mayoría de los ciudadanos nos pareció que esa medida era como tener Comisarios Políticos pendientes de los contenedores de basuras.
También es verdad que, por higiene, es necesario que exista una recogida de las bolsas de basuras los sábados, aunque ello suponga un mayor incremento en el capítulo de los gasto municipales; y no es menos cierto que esos incrementos lo tendríamos que pagar todos los ciudadanos (no debemos olvidar de donde proviene una parte importante de los ingresos que tiene el Ayuntamiento), pero ¿estamos dispuestos a que sean incrementadas las tasas municipales y pagarlas sin una protesta?; ¿es posible detraer de otra partida presupuestaria la cantidad económica suficiente sin que otros servicios u otras prioridades se vean afectados? Sería bueno que los ciudadanos recordásemos que un Ayuntamiento y una empresa tienen más cosas en común de las que se aprecian a primera vista, entre ellas que no siempre los malos resultados son debidos a una mala gestión y si a faltas de recursos económicos.
Y por último -paradójicamente volviendo a lo primero-, para que una ciudad sea pulcra sus habitantes deben tener un comportamiento cívico y cuidadoso, procurando ensuciarla lo menos posible. Para ello seamos todos los habitantes de Plasencia un poquito más cívicos y cuando veamos que algún convecino deja sobre una acera o esquina una bolsa de basura recriminémosle la acción; y si alguien ve que cualquier persona cambia las bolsas de sitio para hacerles fotos, recordarle que eso que hace no lo hace solo contra aquellos que están en el Ayuntamiento sino que también lo hace contra la imagen de Plasencia y de todos cuantos vivimos en ella.
En cualquier caso, considero que la racionalidad debe primar y, por ello, el equipo de gobierno que rige los destinos de esta ciudad encontrará y aplicará alguna fórmula, aunque la misma sea provisional, para atender la petición de una gran mayoría de los votantes, pues no se debe olvidar aquello de que “todo el mundo no puede estar equivocado”. ¿O son cosas mías?
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